Internet y las redes sociales son, desde hace algunos años, parte fundamental de nuestra realidad cotidiana. Tanto, que naturalizamos el uso que hacemos de ellas. Sin embargo, a veces es bueno hacer un alto y reflexionar, sobre todo en relación a los niños, niños y adolescentes. En ese sentido, así como no se nos ocurriría dejarlos solos en otros lugares públicos como un parque o un recital, es necesario incorporar la idea de que Internet es un espacio público donde conviven millones de personas de todas las edades y con diversas intenciones.
Los y las jóvenes están explorando, como en otros momentos históricos, sus sexualidades, y, en la actualidad, también lo hacen a través de los medios digitales que tienen a su alcance. Hoy construyen su imagen en la web y se vuelven ciudadanos digitales con sus acciones. Por eso, en esa exploración tienen que contar con herramientas, información y acompañamiento que desarrolle sus habilidades para prevenir posibles conflictos o los riesgos que puedan surgir.
En mayor o menor medida todos los chicos y las chicas pueden tener contacto con desconocidos en el chat y, en algunos casos, enviar o recibir fotos íntimas. Es importante considerar que, una vez que un dato o una imagen se sube a Internet, se pierde el control. Esto se debe a que es potencialmente incontrolable su réplica e, incluso si se logra que el sitio al que se subió la borre, no será posible localizar todas las otras páginas que la pudieron replicar ni impedir que alguien que la descargó vuelva a subirla.
Cómo crear buenos hábitos digitales
Los adultos de confianza tenemos que colaborar en el desarrollo de hábitos saludables en el uso de Internet por parte de los niños, las niñas y los adolescentes. Este camino los llevará a pedir ayuda si están sufriendo agresiones y también los hará más conscientes de que no deben participar del ciberbullying, que consiste en el hostigamiento a través de redes sociales, chat, correo electrónico o sitios web.
RECOMENDACIONES PARA UN CRECIMIENTO ONLINE SEGURO
Estar presentes en su vida online. Así como los adultos de referencia conocen las rutinas de la escuela, el club y la vida social de los chicos y las chicas, es fundamental saber qué gustos y rutinas tienen en su vida online. Por ello, entre los temas de conversación cotidianos hay que charlar sobre lo que hacen cuando están conectados a Internet, para saber cuáles son las páginas que visitan, qué les gusta o divierte, qué los molesta o los asusta. También hay que procurar conocer las redes sociales donde tienen cuentas o incursionan aun sin usuario y las aplicaciones que usan frecuentemente. Además, establecer
con los chicos y las chicas las reglas familiares sobre los tiempos de pantalla, las apps que pueden utilizar y la información sensible que no deberían divulgar. Existen, también, herramientas online de control parental que son muy útiles para manejar estas situaciones.
Conocer a sus contactos. Es aconsejable preguntarles con quiénes interactúan frecuentemente, entendiendo que en la adolescencia serán más reservados. Esto facilitará convertirse en una persona de confianza y de consulta ante cualquier inconveniente en los entornos digitales.
Confiar en los chicos y las chicas. Este camino (de doble sentido) logrará que ellos y ellas recurran a vos si necesitan acompañamiento o tienen consultas. Es un error recurrente la violación a su intimidad ingresando a sus redes sociales o cuentas de mail; estas acciones quedan totalmente desaconsejadas.
Enseñarles a revisar las fotos que comparten. Muchas veces las fotos compartidas por los chicos y las chicas –y también por
adultos– contienen información que puede resultar riesgosa, como las que muestran la dirección del domicilio particular, el colegio al que asisten, la patente del auto familiar, números de teléfono o detalle de compras realizadas.
Estar atentos para detectar situaciones de vulneración. Si un chico o una chica siente en forma repentina tristeza o angustia, si busca estar en soledad, si le empieza a ir mal en la escuela hay que abrir un diálogo para que cuente qué le ocurre, porque podría ser víctima de acoso u hostigamiento.
EL GROOMING
Son las acciones de un adulto para ganarse la “amistad” de un chico o chica mediante el uso de las TIC (Tecnologías de la información y comunicación) y crear una conexión emocional para disminuir sus inhibiciones, con el propósito de abusar sexualmente de él o ella. En Argentina es un delito penal y debe hacerse la denuncia.
¿Sabías que según el Ministerio Público Tutelar durante la cuarentena aumentaron 30% las denuncias por casos de grooming?
DEL 1 AL 5… ACCIONES PARA PREVENIR EL GROOMING
- Nunca hay que compartir información o imágenes comprometedoras en las redes sociales o vía chat, sin limitarse a los desconocidos, ya que lo que le enviamos a un contacto puede cambiar de contexto y quedar expuesto en la web. Es importante realizar una copia de seguridad de las fotos y borrarlas de los dispositivos que se sacan a la calle.
- Ayudar a los niños y niñas a comprender lo fácil que es mentir sobre la identidad en internet y lo difícil que puede ser detectarlo. Por eso, es fundamental recordarles que si tienen amigos o amigas solo del mundo digital no deben darles ciertos datos personales, como tampoco enviarles fotos o videos.
- Debemos recomendarles que no usen la cámara web, sobre todo cuando chatean con desconocidos, y recordarles que del otro lado pueden estar grabando para luego hacer circular esas imágenes. Se recomienda taparla, ya que se puede activar en forma remota. La imagen forma parte de la identidad digital y requiere cuidado y protección para evitar hostigamiento y posibles extorsiones.
- Hay que enseñarles la importancia de tener una política de uso de contraseñas eficaces para mantener la seguridad y evitar robos de información y utilizarla en todos los dispositivos. Lo recomendable es una combinación de números, símbolos y letras mayúsculas y minúsculas, que sean fáciles de recordar, pero difíciles de adivinar; por eso se deben evitar datos predecibles como el nombre y la fecha de nacimiento, los números consecutivos o el nombre de una mascota. Los niños y las niñas tienen que compartir sus contraseñas con sus padres. Los adolescentes deben evitar compartirlas con sus amigos.
- Enseñarles (o hacerlos nosotros, según la edad de los niños y las niñas) a configurar la privacidad de las redes sociales para cuidar quién ve sus publicaciones. La recomendación es que se compartan solamente con los contactos. También se pueden armar subgrupos y elegir qué posteos ve cada uno, restringir las etiquetas antes de que se publiquen en el muro propio y bloquear a un perfil, entre otras herramientas.
Fuente: Fundación Huésped