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Alerta mundial por hepatitis infantil

Tras la aparición de varios casos en Europa y Asia, la OMS emitió un comunicado de alerta. En Argentina se registraron ocho casos. Cómo se manifiesta y qué tratamiento requiere.

La enfermedad ya fue detectada en unos 20 países: el primer caso se informó el 5 de abril en el Reino Unido y, luego se reportaron positivos en Italia, Dinamarca, Bélgica, España, Israel, Estados Unidos, entre otros.

La cartera sanitaria informa que se han registrado casos sospechosos en nuestro país que se encuentran bajo estudio e investigación epidemiológica por parte de las jurisdicciones y aún no han sido clasificados como hepatitis graves de origen desconocido.

Desde el Ministerio de Salud se destaca que se trata de casos aislados y sin conexión alguna entre sí, al mismo tiempo que se enfatiza que no se trata de un brote sino de una situación que no escapa a lo que se notifica en forma habitual, ya que todos los años se registran casos con cuadros similares de hepatitis agudas graves sin diagnóstico.

En esa línea, se recomienda a la población controlar y completar los esquemas del Calendario Nacional de Vacunación para cada edad, realizar higiene frecuente de manos, evitar el contacto con personas enfermas, cubrirse al toser o estornudar y evitar tocarse ojos, nariz y boca.

Autoridades del Ministerio de Salud de la Nación se reunieron con representantes de distintas sociedades científicas, en donde quedó establecida una mesa de trabajo conjunta que tendrá como objetivo realizar un seguimiento epidemiológico y analizar en profundidad los casos sospechosos de hepatitis aguda grave de origen desconocido en población pediátrica.

QUÉ ES LA HEPATITIS 

Hepatitis significa inflamación del hígado que puede ser de causa infecciosa, tóxica o autoinmune. En la mayoría de los casos, la hepatitis es provocada por un virus. Las hepatitis virales son causadas más frecuentemente por los virus de hepatitis A, B y C. El test para las hepatitis B y C permite iniciar un tratamiento oportuno y minimizar la transmisión. Las hepatitis A y B son prevenibles a través de vacunas. Los tratamientos para la hepatitis B crónica y la hepatitis C, son seguros y altamente efectivos.

Se estima que, en todo el mundo, 325 millones de personas sufren hepatitis B y/o C, y para la mayoría de ellas las pruebas y el tratamiento siguen siendo inaccesibles.

Algunos tipos de hepatitis son prevenibles mediante vacunación. Un estudio de la OMS determinó que de aquí a 2030 se podrían prevenir unos 4,5 millones de defunciones prematuras en países de ingresos bajos y medianos, mediante vacunación, pruebas de diagnóstico, medicamentos y campañas de educación. La estrategia mundial de la OMS contra las hepatitis, tiene por objetivo reducir en un 90% las nuevas infecciones y en un 65% las defunciones por hepatitis entre 2016 y 2030.

SÍNTOMAS Y TRATAMIENTO

Muchas personas con hepatitis A, B, C, D o E tienen solo síntomas leves o ningún síntoma en absoluto, según informó la OMS en su sitio oficial. Sin embargo, cada forma del virus puede desencadenar síntomas más graves. Los síntomas de las hepatitis A, B y C pueden incluir fiebre, malestar, pérdida del apetito, diarrea, náuseas, malestar abdominal, orina oscura e ictericia (coloración amarillenta de la piel y la esclerótica ocular). En algunos casos, el virus también puede causar una infección crónica del hígado que, ulteriormente, puede evolucionar hacia una cirrosis (cicatrices permanentes en el hígado) o cáncer de hígado. Esos pacientes corren riesgo de muerte.

La hepatitis D solo se desarrolla en personas infectadas previamente con hepatitis B y es raro. La hepatitis E comienza con fiebre leve, disminución del apetito, náuseas y vómitos durante varios días. Algunas personas también pueden sufrir dolor abdominal, escozor (sin lesiones cutáneas), erupción en la piel o dolor articular. También pueden experimentar ictericia, orina oscura y heces pálidas, así como un hígado levemente agrandado y blando (hepatomegalia) y, en ocasiones, insuficiencia hepática aguda.

Por suerte existen vacunas seguras y eficaces disponibles para prevenir la infección con el virus de la hepatitis B. Esas vacunas también previenen el desarrollo de la hepatitis D y, aplicada en el momento del parto, reduce enormemente el riesgo de transmisión de la madre al niño. La infección crónica de tipo B se puede tratar con agentes antivirales. El tratamiento puede retrasar la previamente de la cirrosis, reducir la incidencia del cáncer de hígado y mejorar la supervivencia a largo plazo. Solo una parte de las personas con infección crónica por hepatitis B necesitarán tratamiento. También existe una vacuna que previene infecciones por hepatitis E, aunque en la actualidad no está ampliamente disponible. No hay tratamientos específicos para las hepatitis B y E, que por lo general no suelen requerir hospitalización

El virus de la hepatitis C puede provocar enfermedad aguda y crónica. Algunas personas se recuperan por sí solas; otras desarrollan una infección o diferentes complicaciones que ponen en peligro sus vidas, por ejemplo, cirrosis o cáncer. No hay vacunas para la hepatitis C. Los medicamentos antivirales pueden curar más del 95% de los casos de hepatitis C, con lo que se reduce el riesgo de defunción por cirrosis y cáncer del hígado, pero el acceso a los medios diagnósticos y al tratamiento sigue siendo limitado.

El virus de la hepatitis A es muy común en países de ingresos bajos y medianos debido a las limitaciones de acceso a fuentes fiables de agua potable y el mayor riesgo de contaminación alimentaria. Existe una vacuna disponible para prevenir la hepatitis A. La mayor parte de las infecciones con el virus de la hepatitis A son leves, y la mayoría de las personas se recuperan plenamente y desarrollan inmunidad contra futuras infecciones. Sin embargo, aunque es poco común, esas infecciones pueden ser graves y poner en peligro la vida, debido al riesgo de insuficiencia hepática.

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