Martin Selingman, padre de la psicología positiva, estudió cuáles son las características y habilidades de las personas felices y de qué manera se pueden desarrollar para sobrellevar mejor los problemas y aumentar nuestro bienestar.
Los tres caminos hacia la felicidad, fue el modelo inicial que propuso Seligman como clave para alcanzar lo que luego, fue sustituido por el modelo PERMA.
Este último, explica los componentes básicos del bienestar: emociones positivas, compromiso, relaciones positivas, sentido de vida y logro. Sin embargo, la psicología positiva no hace milagros: para conseguir resultados, será necesario realizar un esfuerzo constante.
¿Cuántas veces nos quejamos en el día? Seguramente muchas. Pero, ¿cuántas agradecemos todo lo bueno que nos rodea? La mayoría de nosotros nos enfocamos en lo negativo, en aquello que tanto nos molesta y nos resulta incómodo. Es como si entrenáramos a la mente solo para eso, ignorando nuestras habilidades, recursos y buenos momentos.
¿Cómo cambiamos el CHIP?
Centrar nuestra atención en aspectos positivos, tanto de nuestra vida como de nosotros mismos, nos hará sentir mejor. De hecho, nos sumergirá hacia un universo que hasta ese momento, era desconocido.
Para poner a prueba esta nueva visión podemos comenzar, por ejemplo, antes de dormir, buscando momentos de nuestro día que nos hayan resultado agradables.
El gesto de una persona, un logro conseguido o simplemente el ambiente generado a nuestro alrededor. Lo importante es aprender a identificar ese positivismo que muchas veces nos rodea y que tan pocas veces somos capaces de percibir. Por último, al terminar al chequear cómo nos encontramos, seguro que la sensación será buena.
Como segundo paso, sería importante sembrar actitudes positivas en nuestra rutina para crear hábitos y relaciones positivas. Una vez que hemos aprendido a identificar qué nos resulta agradable, lo ideal es atraer más de eso mismo, pero siempre desde la responsabilidad y la conciencia emocional.
Por último, nos quedará reflexionar sobre nuestro propósito de vida, que no es otro que ser felices y alcanzar el bienestar y al mismo tiempo, creer que somos capaces de conseguirlo.
No alcanza con identificar lo bueno que nos ocurre día a día, sino que también debemos preocuparnos por trabajar en una actitud positiva.
Carlos Chavarri Lic. en Psicología. Especialista en Terapia Sistémica y Terapia Cognitiva Conductual